Sociedad

Una década luchando con las adicciones y el futuro de dos menores en juego: quién era la joven hallada muerta en Colegiales

María Lourdes A. tenía una relación con Raúl Devias, acusado de ser su femicida. Sus dos hijas, de 7 y 3 años, quedaron huérfanas bajo el cuidado de su madre, que hoy tiene 77. La preocupación de todo un barrio.

Jueves 20 de Junio de 2019

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11:14 | Jueves 20 de Junio de 2019 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

En la cuadra hay cuatro locales de ropa, una verdulería, una casa de pastas, una casa funeraria, un estacionamiento, un lavadero y una panadería. Es el barrio de Coghlan, apenas a 100 metros del hospital Pirovano. En el recorrido de esos 100 metros a la gran mayoría de los comerciantes se les viene la misma imagen respecto a la familia A.: Stella Maris, conocida también como "Cuki", con 77 años pasea, lleva al colegio y atiende cada necesidad de sus dos nietas de 7 y 3 años.

Las nenas no conocieron a su padre. Su madre, María Lourdes, que les dio su apellido, cayó en los últimos cinco años en un espiral feroz de adicción de las drogas y se transformó en una especie de fantasma dentro de la familia.

El final de la vida de María Lourdes fue tan trágico como desagradable: fue encontrada sin vida ayer por la madrugada, envuelta en una frazada en el barrio de Colegiales y la Justicia apunta al hasta ahora único detenido y su ex pareja, Raúl Antonio Devias, de 50 años, como presunto autor del femicidio.

De acuerdo al informe preliminar de la autopsia practicada en la Morgue Judicial, María Lourdes murió a causa de una congestión y un edema pulmonar. Los especialistas forenses determinarán luego si ese cuadro fue producto, por ejemplo, de una sobredosis: el Juzgado Nº26 a cargo de Damián Kirszenbaum espera los resultados de pericias toxicológicas para determinar los motivos precisos que provocaron su muerte. Su cuerpo no presentó golpes ni disparos, tampoco signos de asfixia mecánica.

El clima que se respira en la mañana de la avenida Monroe es de tensión, desazón y pena. Hay desde vecinos que visitan los locales comerciales para comentar la novedad y lamentar "un final que esperábamos", hasta la preocupación generalizada sobre lo que ocurrirá con Stella Maris, que hoy carga con las dos niñas que se quedaron sin padres.

Las miradas de los vecinos que conocían a la víctima y hasta de los propios familiares a los que pudo contactar Infobae están puestas en la abuela y sus dos nietas y cómo ayudarlas a seguir con sus vidas.

"Esa señora se desvive por sus nietas. Con todas las cosas que tuvo que vivir con su hija en los últimos años, siempre estuvo al pie del cañón con las chicas. Las llevaba siempre al colegio, nos las traía a nuestro negocio. Se hizo cargo sola de toda la situación y hoy debe estar destrozada", reflexionó Oscar, el dueño de un local de calzado infantil.

Desde hace 16 años, Lourdes y su madre Stella Maris viven en el pequeño PH. Todo marchó dentro de la normalidad hasta finales de la década del 2000, cuando Lourdes comenzó con una problemática de adicciones.

Según le reveló a Infobae un familiar directo de la víctima que prefirió mantener el anonimato, Lourdes empezó a juntarse "con gente equivocada" poco después de sus 20 años y, pese a los intentos de su entorno para sacarla de allí, siempre regresó.

En el lapso de los últimos diez años Lourdes fue tratada en centros de rehabilitación para las adicciones, en el propio Hospital Pirovano y en el hospital Juan Fernández. "Pero todo era en vano. La llevamos a una granja a unos 110 km de la Capital, y a los tres días volvió por su cuenta. Después, la volvimos a llevar lejos, a un centro en Monte Verde, ahí cerca de Cardales, y pasó lo mismo. Yo no sé si el Estado o quién se debía hacer cargo, pero nosotros hicimos reclamos de todo tipo por su situación y nunca nadie nos escuchó. Nunca", se lamentó el familiar.

Stella Maris, la madre de la víctima, se encuentra encerrada dentro de su casa. Durante la noche del martes acudió a la Morgue Judicial para reconocer el cuerpo de su hija y luego volvió al hogar para quedarse con sus nietas, a quienes todos señalan como los dos casos más importante por atender. La mujer trabajó durante años en una empresa de cosmética y luego se dedicó, casi de manera obligada e instintiva, a la crianza de las dos nietas.

De acuerdo al testimonio de los vecinos más cercanos y de la familia, hubo un momento de la última década en el que Lourdes pareció recuperarse de la adicción. Fue hace siete años, antes del nacimiento de su primera hija. "Se la veía bien, estaba centrada y muy enfocada en la crianza de su nena. Estaba contenta, venía a todos los negocios y charlaba y le demostraba mucho amor a la nena", aseguró una vecina, propietaria de un local en la misma calle.

Los últimos tres años de vida de Lourdes fueron, quizás, los más caóticos. Sus ausencias prolongadas de más de una semana de su casa se convirtieron en moneda corriente; las nenas padecieron esa separación.

Fue por eso que la propia madre de Lourdes decidió denunciar la desaparición de su hija recién a diez días de haberla visto por última vez. El destino y las desgracias hicieron que el mismo día de su presentación a la policía fuera el del hallazgo del cuerpo de su hija en Colegiales.

"La más grande fue la que más sufrió esas ausencias. Preguntaba dónde estaba su madre. Decía que la quería ver. En su momento eran muy cercanas. En sus primeros años armaron un vínculo muy fuerte. La más chiquita nació cuando su mamá ya estaba perdida en las drogas y creo que armó esa relación fuerte directamente con su abuela", aseguró la misma vecina.

Hasta el momento de su muerte, Lourdes cobraba el plan de Asignación Universal por Hijo. Ahora, cómo hará Stella Maris para poder mantener a las niñas resulta una incógnita.

"A esta familia no le sobra nada y ahora todos nos tenemos que centrar en poder ayudar como sea a Stella Maris y a sus nietas. En lo que ellas necesiten. Hay que poner el ojo en ellas y en tratar de que puedan tener una vida lo más feliz posible. Ya no sirve de nada enojarse con la mamá o señalarla por lo que hizo. Ahora hay que preocuparse por esta señora y por sus nietas", dice una vecina de la zona.

Y así, entre el ruido de las más de cuatro líneas de colectivo que pasan por la zona y el de las sirenas de ambulancias del Pirovano vuelve a confundirse ese abismo de dolor y sorpresa de las decenas de comerciantes y vecinos que fueron testigos de la destrucción de una familia. Es hora de recuperarse. Todavía hay tiempo para reconstruir.

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