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Qué buscará lograr cada candidato en el debate presidencial

Esta noche se encontrarán, por primera vez juntos, en el Paraninfo de la Universidad del Litoral, en la ciudad de Santa Fe, los seis candidatos presidenciales que participarán del primero de los dos debates que se realizarán antes de las elecciones

Domingo 13 de Octubre de 2019

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10:37 | Domingo 13 de Octubre de 2019 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

El espíritu de la ley sancionada en 2016 que determinó su obligatoriedad, fue que la ciudadanía tenga la mayor información posible a la hora de elegir al aspirante a la Casa Rosada, y poder confrontar las propuestas de los distintos candidatos.

Esta última semana, los equipos de campaña trabajaron con los postulantes para aprovechar al máximo esta instancia a dos semanas de los comicios. El presidente Mauricio Macri intentará recortar los 16 puntos que le sacó Alberto Fernández, en las PASO, mientras que el candidato del Frente de Todos llega más relajado y confiado en su performance. Roberto Lavagna (Consenso Federal), en tanto, buscará terciar entre los dos principales contendientes apuntando a sus propuestas en el plano económico. Por su parte, Nicolás del Caño (FIT), José Luis Espert (Unite) y Juan José Gómez Centurión (Frente Nos) aspirarán a aumentar su llegada a una audiencia que se estima será alta, no sólo por la transmisión televisiva en directo con señal abierta, sino también por su réplica en vivo en los sitios web de noticias y otras plataformas sociales.

En el debate de 2015 antes del balotaje cuando se enfrentaron Macri y Daniel Scioli, la transmisión tuvo -sumando todos los canales que lo emitieron- 55 puntos de rating. Ese número fue el tercero más alto desde el retorno de la democracia, después del programa Grande Pa! y los cuartos de final del Mundial de Fútbol del 2006.

Teniendo en cuenta la potencial audiencia y fuera de discusión su valor para la ciudadanía, ¿les sirven los debates a los candidatos a como herramienta electoral en su estrategia política? O, por el contrario, ¿pueden exponerlos a una situación que los deje mal parados? ¿Pueden ayudarlos a ganar votos a los que vienen más atrás?

Infobae entrevistó a dos reconocidos consultores políticos para conocer sus opiniones: Augusto Reina, director de Doserre y presidente de Asociación Argentina de Consultores Políticos (Asacop), y Carlos Fara, titular de Carlos Fara & Asociados y ex presidente de la Asociación Latinoamericana de Consultores Políticos. Ninguno está trabajando actualmente para alguno de los seis candidatos que se enfrentarán esta noche.

Para Reina, “a todos los candidatos les van a servir, pero de distinta forma. Por ejemplo, a Nicolás del Caño, que es un candidato con baja visibilidad en la campaña, un evento que tiene muchos puntos de rating y gran relevancia pública claramente lo ayuda para aumentar el nivel de visibilidad y de conocimiento”.

En cualquier caso, opina que “a todos los ayuda a dar a conocer sus posiciones sobre determinadas políticas públicas específicas”. Y destaca otro aspecto fundamental de los debates: “Ampliar la diferenciación, que es un poco el centro de las campañas, en qué se diferencian un candidato de otro. El evento tiene la capacidad de poner en una misma escena a todos los candidatos y poder contrastarlos”.

Sin embargo, el director de Doserre opina que es poco probable que altere los resultados. “Cualquier evento de campaña, por más grande que sea, tiene efectos marginales en el cambio de intención de voto”. Aunque advierte que, si se produce “un hecho disruptivo” en el encuentro, pueda haber “ciertos corrimientos marginales”. Pero descarta una transferencia importante de votantes de un sector a otro ya que "en estas presidenciales, la intención de voto está bastante solidificada a 15 días antes de las elecciones. Si esto fuera hace 30 o 45 días atrás, por ahí la historia sería otra”.

Para Fara, “el debate es un elemento más. Los medios, obviamente están generando una expectativa sana sobre los dos encuentros y van a ser la noticia de la semana si resultan atractivos. Además, al haber dos, es como tener una especie de partido de ida y vuelta, como una suerte de revancha, y está bueno que el primero sea en el interior. Creo que la expectativa va a ser mayor en el debate del 20 en la Ciudad de Buenos Aires, ya que es el domingo anterior a la elección, de manera que probablemente barra informativamente los últimos cuatro días de campaña".

También relativiza el impacto de los debates en la estrategia de campaña de los candidatos. “El público que más les presta atención es el más politizado, que generalmente ya tiene más definido su voto y, tanto en Argentina como en la experiencia internacional, la posibilidad de poder modificar la aguja es poca”.

¿Qué pasa con el tercio de los indecisos que en todas las últimas elecciones fluctuó entre las dos ofertas mayoritarias? En opinión del director Carlos Fara & Asociados, “están un poco en esa situación del público que le presta menos atención a los debates”, aunque admite que por la expectativa generada alrededor de estos dos encuentros, “probablemente algo puedan influir, especialmente teniendo en cuenta que son dos”.

Pegarle al panal de abejas

¿Cómo buscarán los candidatos aprovechar al máximo los dos debates que deben atravesar a quince días y una semana antes del crucial domingo 27 de octubre?, preguntó Infobae.

“Depende de la estrategia de campaña de cada uno. Probablemente Macri va a buscar enviarle mensajes a los partidos mas chicos que le quitaron algo de votos en agosto, los votantes de Gómez Centurión y Espert. Y buscará contrastar y arrinconar a Alberto Fernández, para que se enoje. Tratar de pegarle al panal para que salgan las abejas”, opina Reina.

En cuanto a Fernández, cree que apuntará a consolidar sus votos. “Solidificar su posición, no ser demasiado disruptivo y pasar despacio despacio, por los debates presidenciales, a 40 por derecha”.

En la misma línea, Fara avizora que “el mas conservador va a ser Alberto y el que tiene que arriesgar más es Macri. El resto probablemente vaya a mantener su situación como está en estos días”.

Para este consultor, “Macri tiene que remontar una diferencia amplia y debe concentrarse en el debate de hoy, mientras que Alberto está quizás más tranquilo" y se prepare para el debate como "una anécdota más en la campaña”.

El director de Carlos Fara & Asociados coincide con Reina en que el candidato de Juntos por el Cambio “tiene que poder generar algún tipo de provocación que, aunque más no sea, genere algún gesto de contrariedad de su principal adversario, algún tipo de reacción que llame la atención. Que la gente diga: ‘Mirá vos, Macri se lo tenía guardado eso’. Tiene que buscar generar algún tipo de expectativa”. Otra opción – afirma- es que Macri se reserve “un gran título” para anunciar en el evento y que sintetice luego su intervención en el debate.

¿El discurso o la actitud?

El primer debate entre candidatos presidenciales televisado que marcó un hito para las campañas políticas modernas fue el 26 de septiembre de 1960, y tuvo como contrincantes a John F. Kennedy, por el Partido Demócrata y a Richard Nixon, por el Republicano. Con una audiencia de 70 millones de televidentes, tuvo lugar en la cadena CBS en Chicago.

Le significó al joven candidato demócrata el triunfo en las elecciones de ese año por la soltura y seguridad con que afrontó el desafío, su cara descansada y su tono bronceado versus la palidez de Nixon, el cansancio de su rostro sin maquillaje y el sudor en su frente, por unas líneas de fiebre debido a una operación que había tenido días antes en su rodilla.

En Argentina, el debate entre Macri y Scioli el 15 de noviembre de 2015 es todavía recordado por dos hechos: la ya famosa frase que el entonces jefe de porteño le dijo al gobernador bonaerense “¿En qué te han transformado, Daniel? Parecés un panelista de 678…”, y el apasionado beso en la boca que la mujer de Macri, Juliana Awada, le dio al subir al escenario al terminar.

Esto significa que ¿pesa más lo gestual o una frase ingeniosa que el contenido del discurso y propuestas de los candidatos?

En opinión de Reina, lo que mostró esa imagen del beso de Awada “fue un atributo personal de Mauricio Macri, una relación particular con ella versus el contraste con el beso más frío entre Karina Rabolini y Daniel Scioli”. Sin embargo, el consultor pone en un segundo plano este tipo de gestos respecto del mensaje político en sí.

“Todo estímulo comunicacional es secuencial y complementario, pero hay poca evidencia que sostenga que solamente un gesto o una corbata puedan tener efectos inmediatos en intención de voto. Lo que está claro es que tiene que haber consistencia entre el mensaje y la comunicación no verbal. En la medida que esa imagen transmita lo que el mensaje verbal efectivamente quiera transmitir, hay mayor impacto”, advierte el presidente de Asacop.

Sin interacción entre los candidatos

Después de varias reuniones entre los equipos de campaña de los candidatos para definir la organización de los debates, como no hubo unanimidad sobre la forma de interacción que podrían tener los candidatos, la Cámara Nacional Electoral resolvió que los candidatos no puedan hacerse preguntas entre sí, como quería la Izquierda.

Los jueces Santiago Corcuera y Alberto Dalla Via decidieron que los dos segmentos de 30” y 30” al final de la exposición de cada tema podían ser utilizados para hacer una referencia a un contrincante, rebatir lo que dijo alguno de los participantes, o profundizar un tema. Si los candidatos eligen usar ese tiempo para hacerle una pregunta a otro, éste no está obligado a responder cuando le toque su turno.

Esta modalidad que elimina la interacción directa puede ser más o menos conveniente, según la estrategia de cada candidato. “Si estás con una lógica de levantarle el perfil al debate, te conviene el mayor intercambio posible. Pero si tu lógica es más conservadora, en la que buscás bajarle el volumen al debate, obviamente querés que sea lo mas estructurado posible”, señala Fara. Para el consultor, que no haya posibilidad de interpelarse “cristaliza la situación de cada candidato hoy, como si pusieras la intención de voto en la congeladora, obviamente no se va a mover”.

Es justamente ese intercambio o diálogo entre sí una característica de los debates y el hecho de que esté acotada al mínimo, con una estructura fija preacordada, desvirtúa en parte su esencia. “Lo interesante para la audiencia es cuando transmiten información. Cuanto menos estructurado esté, más información te va a revelar sobre las condiciones y el pensamiento del candidato. Eliminar los cruces le va sacar bastante atractivo”, señala Reina.

“Yo participó mas de la idea que los debates sean el evento donde los candidatos revelen sus preferencias y opiniones de la forma más libre y desestructurada posible porque se construye mejor un discurso público además”, agrega.

Solo una hoja en blanco

Otro de los aspecto cuya definición quedó en manos de la Cámara Electoral fue la posibilidad o no de tener apuntes como ayuda memoria en los atriles. Finalmente, los jueces resolvieron que solo puedan tener una hoja en blanco y una lapicera. Esta prohibición de una apoyatura documental ¿perjudica a los candidatos?

“Primero, me parece injusto. Porque implica tener que confiar exclusivamente en la memoria, sin poder contar con notas, que sería lo mas natural”, sostiene Fara. Asegura entender la limitación respecto de imágenes u objetos que pudiesen llegar a "generar un golpe de efecto como ‘Miren, esta es la tasa de inflación’ al mostrar un gráfico, o ‘Miren, voy a meter presos a los delincuentes’, mientras saca unas esposas ante el público. Pero respecto de las notas me parece ridículo. Cualquiera debería tener un apoyo para desempeñar sus temas”, argumenta.

¿No permite que la ciudadanía vea cuál es más solvente?, le preguntó Infobae. “Cualquiera que vaya dar una clase, tiene sus apuntes o un Powerpoint en el cual se apoya”, responde.

Reina, en cambio, cree que colabora en hacer más espontáneo el debate. “El punto es que el debate pueda transmitir una idea no estructurada, no formalizada. Si vamos a ver a ver un debate presidencial como un spot publicitario, se pierde el espíritu del debate. Lo que uno trata de ver es la articulación libre entre las personas. Si vas a ver un mensaje verifeado, se pierde el atractivo. Para eso tenemos los spots publicitarios”.

Sí apoya que puedan tener una hoja donde escribir. “Es propio del pensamiento de cualquiera que alguien esté hablando y quiera tomar una nota para solidificar ciertos pensamientos”, advierte.

Obligatoriedad de los debates

En estas elecciones por primera vez los dos debates antes de las generales son obligatorios por ley. Y si alguno de los candidatos desistiera de asistir –algo que no sucederá en esta oportunidad ya que todos confirmaron su participación- tendría como penalidad, no solo el “costo político” de la silla vacía, sino la quita de los espacios publicitarios gratuitos.

La norma buscó así terminar con una práctica instalada en la Argentina, según la cual, el que se perfilaba claramente como el ganador en las encuestas no participaba, y acotó la posibilidad de que alguno de los candidatos pueda eludir, sin mayor costo, la instancia del debate. ¿Esto los favorece o perjudica en su estrategia electoral?

“Ahora se le acabó a los candidatos la posibilidad de elegir participar o no. Es bueno porque elimina la discrecionalidad y pone las reglas de juego balanceadas. Me parece muy interesante que los debates presidenciales visibilicen las fuerzas más chicas, y permitan poner en la palestra candidatos que normalmente tienen menor peso en la elección y que puede llevar un mensaje político potente para transmitir algo y que, de otra forma, no tendrían el caño comunicacional para llegar”, analiza Reina.

A su vez, destaca que no es habitual que los debates presidenciales estén regulados por ley. “Estados Unidos, que es el país de mayor tradición en el tema, no lo tiene por ley. América es donde están mas regulados los debates porque tenemos cierta tendencia a discontinuar las instituciones”, observa.

Los distintos "modelos”

El “modelo” de debate argentino de atriles que se vio en 2015 y que se pondrá en práctica esta noche y el domingo próximo copia, en parte, el norteamericano.

Aunque Fara destaca algunas diferencias. “En EEUU es un debate en 360 con un público más acotado, en el que los candidatos se van permitiendo la palabra sobre los distintos temas con mayor tensión. En general, el de los Estados Unidos es de dos, y en Argentina ahora vamos a tener un debate de seis, lo que te complica la posibilidad de interacción entre los candidatos”.

No es la única modalidad. “Está el modelo francés que es una suerte de debate de caballeros donde hay una intervención muy baja del periodista y tampoco hay agenda de temas, se debate libremente. El otro, conocido como Town Hall (sede del gobierno local en inglés), estéticamente es más deliberativo, donde los candidatos no tienen atriles sino que tienen posiciones en el escenario y hay personas, votantes, que son las mismas personas que hacen la interacción con el público. En términos de efectividad comunicacional me parece que el modelo Town Hall es el de mayor impacto en la audiencia”, precisa Reina.

El rol de las redes sociales

El alto nivel de exposición que ya tienen los candidatos en la redes sociales – que se convirtieron en una herramienta esencial de la campaña- y la variedad de plataformas a través de las cuales los ciudadanos acceden a información sobre sus posiciones y propuestas, llevarían a pensar que los debates televisados pierden peso específico en su estrategia electoral.

Sin embargo, Reina destaca el rol de las redes en la amplificación de esos encuentros, que no quedan en absoluto circunscriptos a la pantalla de televisión. “El Facebook Live más importante de América Latina del año pasado fue la transmisión del debate presidencial mexicano”, apunta Reina. “El debate presidencial parece ser un evento 360 que, con la jerarquía suficiente e interpretada de la forma correcta, llega a todos los caminos”, agrega.

Asimismo, Reina señala el fenómeno actual de la interpretación en la redes de lo que sucede en el debate frente a las cámara de televisión. “Hoy, miramos el debate en la pantalla mirando a la vez el celular, siguiendo el hilo de Twitter por ejemplo, viendo qué frases aparecen y las repercusiones. Por eso hay dos instancias: el debate en sí, y el debate después del debate, la evaluación del impacto que tuvo”.

 

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