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Susan Ferrer: la música hecha historia

A 30 años de “Un'estate italiana”, la canción del estribillo “notti magiche”, la cantante recuerda cómo cambió su suerte gracias a la Copa del Mundo de Italia. Un invitado de lujo, una canción animal y un hit que desplazó a otro.

Martes 14 de Enero de 2020

12:45 | Martes 14 de Enero de 2020 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma

Italia '90 fue el Mundial atravesado por dos canciones animales. La bestial Un' estate italiana, rugido del alma de Gianna Nannini y Edoardo Bennato que musicalizó el subcampeonato argentino, y Canción animal, de Soda Stereo, que dio nombre a ese álbum mítico grabado en plena Copa del Mundo. En el medio, la historia de cómo Gustavo Cerati metió la nariz en un casete mundialista. Y de cómo Susan Ferrer levantó su propia copa. 

Apenas sonó por primera vez, el "Notti magiche...", entró con tal éxito en los tímpanos de cada argentino que se convirtió en himno. Era urgente encontrar una versión argenta. Así, Antonio Carrizo, que por entonces conducía los ciclos periodísticos del Mundial junto a Mauro Viale, convocó a Susan cantar en el estudio de ATC. No había demasiado tiempo para preparar el asunto. Ferrer llamó a Angel Mahler y le encargó los arreglos. En los coros participaron chicos de Festilindo. 

En horas, contra todos los pronósticos, ya había canción (y éxito). Apenas Susan se despachó con su interpretación televisada, las líneas telefónicas de Canal 7 reventaron. "¿Dónde se consigue ese disco?", preguntaban sedientos los televidentes. Susan, que acababa de terminar su primer álbum, dio el zarpazo.

A contrarreloj, a pesar de que el vinilo estaba terminado para entonces, Susan sumó la canción de Italia '90 al casete. Para que entrara el hit, desplazó nada menos que a un tema que había grabado con Cerati, Este amor nunca más. Hoy algún ejemplar de esa gema de colección extinguida se vende por Internet. La vocecita de Gustavo quedó igualmente inmortalizada en otra canción de esa cinta, el blues Sin encontrarte. También hay tres temas de Ferrer con David Lebón. "Todavía me recuerdan como la chica del Mundial", se emociona la señora que tomó prestada la canción más influyente de los Mundiales de fútbol.

"Se vendió como pan caliente ese casete. Diez mil copias por semana o más. Lo produjo Daniel Melero y lo editó RKM", lanza datos sin tregua la enrulada pelirroja que luego desarrolló una intensa carrera en la comedia musical. A los 67, casada desde hace 40 con Miguel Core (una hija y dos nietos) sabe que en el 30° aniversario de Italia '90 llegarán los rescates emotivos y las reediciones. "¿Dónde andan esos discos míos de 1990? Después de tantas mudanzas, alguno queda por ahí, pero tengo una gran anécdota: mi marido ha comprado alguno perdido en alguna disquería en la calle Libertad".

¿Cómo fue aquel encuentro con Cerati? Estaba en uno de sus puntos más altos en esa época.

Era el Number One. Fue maravilloso. Llegó como un amigo más, amoroso, hermoso. Cantamos juntos. Nos conectamos desde la mirada. Fue bárbaro.

¿Por qué creés que esa canción italiana quedó tan arraigada en la memoria?

Porque tiene una letra simple y maravillosa. Habla de unirnos en un abrazo, es paz, comunión, y la música es increíble. No es cafona, como decimos los músicos. Es decir, tiene nivel. Giorgio Moroder, su creador, es un músico de gran trayectoria. Al día de hoy me la piden volver a cantar en todos lados. A raíz del éxito, después grabé Gloryland, la canción del Mundial '94. Y Lucio Dalla me dio el permiso para hacer mi versión de Caruso. Un día, voy invitada a un casamiento y el cura me ve en la Iglesia y grita: "¡Usted es la chica del Mundial! ¿Por qué no nos canta ese tema?". Toda la Iglesia terminó coreando "Oh-oh-oh-oh.... Notti magiche".

¿Por qué se decía "un estadio italiano" cuando en realidad en italiano significaba "un verano italiano". ¿Error de traducción?

El tema quedó registrado en el casete correctamente como Un verano italiano, pero a la letra le cambiamos el "verano" por "estadio" para que sonara mejor.

¿Qué pensás de la voz inolvidable de Gianna? ¿Qué tenían en común ustedes?

GIanna tiene profundidad. Es rockera. Nos une el amor al rock y al jazz. Una voz va más allá de la perfección: yo creo en la voz del alma, en un canal abierto que nos trasciende, que no pertenece a este cuerpo de carne y hueso. Para mí, la voz es algo del espíritu.

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