Nunca hubo una explicación oficial por la dureza del fallo inédito de Conmebol.
La reconstrucción del caso involucra a la política argentina, la muerte de Grondona y un cambio de era.
19:14 | Martes 13 de Mayo de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
No hay un motivo puntual que pueda explicar por qué la Conmebol resolvió, 10 años atrás, una de las llaves de octavos de final de la Copa Libertadores con un escritoriazo que sacó a Boca de la competencia y le dio por ganada la serie incompleta a River. Solo existe una sumatoria de sucesos que pueden explicar el fenómeno que tiene saltos temporales para entender la trama.
Por eso algunas cuestiones están documentadas y otras son contadas en reserva. En mayo de 2015 el fútbol funcionaba como una estrella que todavía se puede ver desde la Tierra, pero que ya explotó hace miles de años luz. Todavía no había pasado un año de la muerte de Julio Grondona y su ausencia en el fútbol doméstico era inocultable. Los clubes argentinos habían quedado huérfanos.
Antes todos recurrían a Don Julio para la resolución de problemas. Esa orfandad paralizó a algunos que no encontraban en Luis Segura. El hombre de Argentinos Juniors y ex mano derecha de Grondona oficiaba de presidente de una AFA que Marcelo Tinelli pretendía con una vehemencia mediática que lo convertía en candidato aún sin serlo. Pero esa ausencia también alimentó las ínfulas de otros individuos que conocían a la perfección el manejo del fútbol y mucho mejor su engranaje.
Parte del negocio del fútbol es la televisación. Antes de su muerte, Grondona había dejado asociado al Estado argentino con la pelota. El programa Fútbol Para Todos tenía al torneo de Primera División en la grilla de aire, más allá de que algunas señales de cable podían tomar la señal.
Cristina Fernández y Julio Grondona en 2009 cuando se puso en marcha el Fútbol para Todos.Cristina Fernández y Julio Grondona en 2009 cuando se puso en marcha el Fútbol para Todos.
En la época que se jugó ese Superclásico de Libertadores, la administración del Estado estaba por cambiar de manos: Cristina Fernández culminaba su segundo mandato y Mauricio Macri la reemplazaría a finales de ese año, ya que se impondría sobre Daniel Scioli, candidato oficialista, en el balotaje que se celebró el domingo 22 de noviembre.
El nexo, o uno de ellos, entre AFA y Casa Rosada, era Alejandro Burzaco, hincha de River -el dato es clave- y dueño del paquete accionario mayoritario de las empresas que tenían que ver con el fútbol, desde la producción y puesta en el aire e incluso el mismo aire. También hermano de Eugenio -funcionario de Macri en la Ciudad de Buenos Aires y luego en Nación-, e hijo de Raúl Horacio, uno de los voceros de Carlos Menem durante su presidencia.
El fútbol argentino, entonces, vivía de luto por la muerte de Grondona y el poder político nacional centraba el eje en las elecciones que se avecinaban. El aparato de Macri estaba por ampliar su jurisdicción a nivel nacional y ya tenía bajo su órbita al Gobierno porteño -ungió entonces a Horacio Rodríguez Larreta- y a Boca, con Daniel Angelici ya al mando.
La cumbre D'Onofrio - Burzaco en la Bombonera
D'Onofrio sale escoltado de la Bombonera: lo siguiente que se supo es que viajó a Paraguay. Foto: AFP / ALEJANDRO PAGNI D'Onofrio sale escoltado de la Bombonera: lo siguiente que se supo es que viajó a Paraguay. Foto: AFP / ALEJANDRO PAGNI
Ese es el contexto y todavía faltaba un cimbronazo mayor, por encima del Superclásico y la política nacional. "Gas pimienta", suspensión y una irrupción inusual en el campo de juego de aquella noche, pero fundamental para el entramado de sucesos.
Cuando todavía el árbitro Darío Herrera no había suspendido el partido y todo era desconcierto, el presidente de River, Rodolfo D'Onofrio, entró a la cancha. Rodolfo Arruabarrena, DT de Boca, explotó y pidió que lo retiraran del terreno de juego. Pero el dirigente le restó importancia al reclamo y lo ninguneó. Le atribuyen que dijo: "Vengo a hablar con el dueño del circo, no con los monos", algo que él niega categóricamente. ¿Quién era el famoso "dueño del circo"? Una persona que pasaba desapercibida aunque estaba en el centro de la misma escena: con la gorrita de visera que le cubría el rostro, como cada vez que iba a ver a River, estaba Alejandro Burzaco.
D'Onofrio niega todo y asegura que bajó a la cancha para proteger a sus jugadores, a los que sentía como "sus hijos". Según sus palabras, aquella noche habló con Marcelo Gallardo, DT de River, y con el árbitro Darío Herrera. Además, se despega de Burzaco. "Ante un acto de este tipo, se justifica que un presidente o quien sea vaya a defender a su grupo", dijo en una entrevista con Clarín, a diez años de una de las noches más calientes en la historia del Superclásico.
Desde ese momento, el partido dejó de jugarse en la Bombonera y se trasladó hacia Asunción. River se presentó como damnificado ante una Conmebol que, lógicamente, ya no contaba con Grondona para resolver problemas de esa magnitud.
La jugada de D'Onofrio, además de definición, tuvo gambeta: eludió nada menos a que al titular de la Fiscalía General ante la Cámara Federal de Casación Penal, Raúl Pleé. También al fiscal general Carlos Stornelli y al ex juez federal Guillermo Montenegro. Eran los tres asesores letrados que habían llegado a Boca de la mano de Macri para atender asuntos jurídicos.
El delegado de Conmebol, Roger Bello, el arquero Agustín Orion y Alejandro Burzaco. Foto: APEl delegado de Conmebol, Roger Bello, el arquero Agustín Orion y Alejandro Burzaco. Foto: AP
Ninguno rechazó in limine -inmediatamente después de la presentación, según la jerga- el descargo de River, que avanzó y tuvo resolución. A ninguno se le ocurrió lo descabellado del caso: es como si al Tribunal de Disciplina fuese el jugador que recibió un planchazo para pedir una sanción ejemplar el jugador que, por esa acción, fue expulsado.
El expediente que condenó a Boca lo inició el informe de River, no el del árbitro. Uno de los testigos privilegiados de esa noche fue Javier Pipo Marín, histórico dirigente de AFA y vice de Acassuso, pero presente allí por su rol como oficial de Conmebol.
En rigor, había cumplido esa función unas horas antes en Avellaneda cuando, también por la Libertadores, Racing le había ganado 2 a 1 a Montevideo Wanderers. Cruzó el Riachuelo para ver el partido y terminó dándole una mano al coordinador de ese partido, su par boliviano Roger Bello.
La manga por donde tiraron el gas pimienta. Captura TVLa manga por donde tiraron el gas pimienta. Captura TV
Pero hubiese sido lo mismo si no se daba una vuelta por la Bombonera. "No me llamaron para nada, no formo parte en ningún expediente. Ojo, yo tampoco vi lo que pasó en la manga. Mi única intervención en ese episodio fue buscar al médico de doping de Conmebol para que constatara el cuadro que manifestaban los jugadores", sintetizó Marín sin lugar a suspicacias, pero dando cuenta de que entre los argumentos para la sanción, por lo menos, faltan testigos.
El factor político y el sesgo del hincha
Una foto que refleja el vínculo entre el fútbol y política: Una reunión en Mar del Plata entre el entonces gobernador Daniel Scioli, su secretario de Deportes, Alejandro Rodríguez, el presidente de la AFA, Luis Segura, y Alejandro Burzaco.Una foto que refleja el vínculo entre el fútbol y política: Una reunión en Mar del Plata entre el entonces gobernador Daniel Scioli, su secretario de Deportes, Alejandro Rodríguez, el presidente de la AFA, Luis Segura, y Alejandro Burzaco.
"Parece una frase hecha, pero jamás -jamás-, un equipo no hubiese perdido los puntos en la cancha si Julio hubiese estado vivo. No importa si era Boca, River, Sacachispas o cualquier otro equipo, de cualquier país y en cualquier instancia. Es contrafáctico, todo lo que quieras, pero te aseguro que no pasaba. Eso fue una avivada política", asegura otra fuente del fútbol local consultada por Clarín.
La "avivada política" se explica con el contexto de la Argentina y se conjuga con el fanatismo de Burzaco por River. Desde cierto sector del kirchnerismo, consideraban que la eliminación de Boca podía erosionar a Macri en la urnas. Según la hipótesis de la fuente consultada, desde el Gobierno le habrían pedido ayuda a su nexo para asegurarse la jugada.
Dos días después del "gas pimienta", la Conmebol difundió un comunicado de la "Unidad Disciplinaria", sin firma alguna, que daba cuenta de las novedades que sacudía a Boca: la multa de 200 mil dólares, la sanción a la Bombonera, pero fundamentalmente la descalificación de la Copa Libertadores.
Siguiendo esta línea, la jugada fue un 2 x 1: Burzaco atendió dos deseos, el de la Casa Rosada y el de su interior, el hincha de River que por sus influencias dejaba afuera a Boca. Pero sigue sin ofrecer la explicación fundamental ¿Porqué la confederación sudamericana atendió tan rápido el asunto y de esa manera inédita?
El rol de Burzaco habría sido clave: cuando River presentó su reclamo en Asunción, el empresario ya habría llamado al entonces presidente de la Conmebol, el paraguayo Juan Ángel Napout, para recordarle que apenas cinco meses atrás había recibido una serie de retornos por los derechos audiovisuales y que esperaba un castigo ejemplar para Boca.
El FIFA Gate, el último cabo
Juan Ángel Napout ante de declarar en Brooklyn por el FIFA Gate. Foto: AFP / DON EMMERT Juan Ángel Napout ante de declarar en Brooklyn por el FIFA Gate. Foto: AFP / DON EMMERT
Las dos cosas están documentadas: el comunicado de Conmebol con el fallo y los sobornos que reconoció Burzaco ante el FBI, aunque sin los detalles de la supuesta conversación para que favoreciera a River. El empresario recuperó su libertad luego de brindar información minuciosa de los dirigentes de Conmebol, entre ellos Napout, que recibieron sus sobornos. Se supo mucho después, cuando se acogió a la figura de arrepentido.
El fútbol como era conocido se comenzó a desintegrar apenas unos días después, en el Congreso de FIFA de Zurich en el que irrumpió el FBI para detener a decenas de dirigentes y empresarios que no lograron darse a la fuga, como en su momento Burzaco. Ese cimbronazo en el mundo del futbol es el último elemento para dar contexto: el caso del "gas pimienta" se perdió por completo del radar de los dirigentes, que ahora atendían otras urgencias mucho más urgentes.
No hubo revisión. El fútbol estaba en otra cosa. Cuando al año siguiente Alejandro Dominguez llegó a la Conmebol, el asunto era una anécdota y él reconocía que los partidos, en modo Grondona, siempre se resuelven en la cancha. El caso, además de juzgado, pertenecía a otra era, un eslabón del FIFA Gate.