Con buena parte de los objetivos cumplidos, en materia de ajuste fiscal y desinflación, el Gobierno llega a las elecciones con la duda de si la población afectada por una caída del consumo y de la producción, avalará el rumbo
10:08 | Domingo 26 de Octubre de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
Cuesta dar una definición precisa sobre el estado de la economía argentina de cara a las elecciones de este domingo. Los datos duros dicen que el PBI crecerá este año alrededor del 5% (el FMI dice que el 4,5% y el gobierno se aferra al 5,5%) por lo que alguien que no viva en el país podría pensar que el presidente Milei festeja por estos días y que la próxima elección será un trámite para el oficialismo.
Sin embargo, todos hablan de crisis económica, de una fuerte caída del consumo, de una industria en emergencia y de un Estado que busca un nuevo auxilio financiero internacional, esta vez directamente con Estados Unidos. Todos datos que pueden hacer que el electorado busque castigar al Gobierno con su voto.
Hay algunos alentadores y otros que muestran la precariedad de la economía argentina, por lo que podemos hablar de una economía a dos velocidades. Y también de dos discursos públicos. Uno que pone el eje en la macroeconomía que plantea que en las elecciones se juegan las bases de la reconstrucción futura del país. La otra que mira la microeconomía y que señala los límites políticos de la motosierra.
Estructuralmente, al mismo tiempo, podemos hablar de un rumbo definido del programa económico hacia un modelo basado en el mercado externo con eje en las exportaciones de commodities, fundamentalmente de producciones agrícolas y de minerales y energía, con un fuerte contenido de financiarización, con eje en las inversiones especulativas, y algún intento en el segmento de servicios.
La contracara es el desdén por el mercado interno con un retroceso del consumo doméstico a partir de un fuerte ajuste en el Estado, fundamentalmente con el corte de gastos destinados a la ampliación del mercado interno, como la eliminación de la obra pública, además de la falta de una política industrial activa, sobre todo para pymes. Es decir, todo un programa anti keynesiano.
Claro que la baja de la inflación es un punto decididamente a favor del mercado interno y que la apertura de importaciones aporta más a bajar los precios. El problema es que el ancla para los precios lo da un dólar barato y un consumo frenado, dos elementos que pueden ser evaluados muy negativamente por la industria y los consumidores. La pregunta que surge es: ¿de qué sirve no tener inflación si no hay ventas o el dinero no alcanza?
El plan económico que puso en marcha el Gobierno tiene muchos de sus objetivos cumplidos y otros en vías de tildar como logrados. Pero hay otros que marcan fuertes debilidades, aunque son minimizados o interpretados con una vara muy laxa. En todo caso, el programa libertario es claro al respecto al señalar que esos indicadores mejorarán en el largo plazo luego de que se resuelva la macroeconomía, es decir, las causas que los maltratan.
Macroeconomía: objetivos cumplidos y terremoto financiero
Javier Milei dejó en claro desde el comienzo de su mandato que los números macro serían los regentes del programa económico, aunque son datos que inciden poco en el voto, pero marcan la agenda pública y reciben el apoyo de empresas y organismos internacionales.
La baja de la inflación es el caballito de batalla del oficialismo, un elemento central en su política y el gran dato que les puede asegurar votos. Aunque se prometió, pero no se cumplió, una acelerada baja hacia valores del 1% para inicios de 2025, es cierto que se produjo una drástica reducción en 2024. Pero la desaceleración se estancó en la segunda mitad de este año y los números a valores internacionales aún están demasiado altos.
El Gobierno partió de un 25,5% en diciembre de 2023 desacelerando hasta el 4% en mayo de 2024 y el 2% en octubre de ese mismo año, con un piso del 1,5% en mayo de 2025. Desde ese momento, en tiempos del rescate financiero del FMI, la inflación dejó de bajar para instalarse en la línea del 2% actual.
El superávit fiscal es el otro gran objetivo. Argentina registró superávit fiscal anual por primera vez desde 2010 durante 2024, con un superávit primario del 1,8% del PBI y financiero del 0,3%, según datos oficiales. En 2025 lleva hasta septiembre un superávit financiero de aproximadamente 0,4% y primario de aproximadamente 1,3% del PBI.
La cuestión central en términos electorales es que el superávit no llegó de la mano de mayores ingresos para el Estado, sino desde la motosierra. Aunque al principio del Gobierno esto fue evaluado positivamente por parte de la población, la extensión del recorte y el despilfarro visualizado en las ingenierías financieras para sostener al dólar, el endeudamiento y la bicicleta financiera desactivaron su eficacia política.
Otros dato positivo es el superávit comercial, que marca un claro sendero de superávits gemelos. En 2024 el superávit comercial fue de US$ 18.899 millones y hasta septiembre de 2025 de US$ 6.030 millones. Con un fuerte aumento de exportaciones y uno mucho mayor de importaciones en 2025. El problema es que entre 2023 y 2024 las exportaciones crecieron 19,4 %, pero las importaciones cayeron 17,5 %, debido a la fuerte baja del consumo y la producción -que no necesitó de insumos-.
Para 2025 ambos indicadores mostraron fuertes subas, como en el mes de septiembre cuando la suba de exportaciones fue del 16,9% interanual y las importaciones crecieron un 20,7%, es claro que reflejan las consecuencias de la apertura de importaciones y la relajación del cepo cambiario.
Párrafo aparte merecen las finanzas públicas que quedaron en el ojo de la tormenta. El ministro Caputo se refirió numerosas veces al control que tiene el Estado de todas las variables, tanto en el precio del dólar, como en las reservas del BCRA o el pago y la refinanciación de la deuda pública.
Y aunque es cierto que el BCRA saneó sus cuentas y pasó de reservas netas negativas de más de US$ 10.000 millones a reservas positivas y que se pagaron deudas por más de US$ 30.000 millones, también es cierto que ingresaron cerca de US$ 18.000 millones por el blanqueo y más de US$ 12.000 millones por el préstamo del FMI, además de un swap con Estados Unidos, sin que se lograran estabilizar las finanzas públicas.
Una de las claves fue que se transfirieron deudas en pesos con los bancos (en forma de bonos o letras) del BCRA al Tesoro Nacional por unos 50 billones de pesos con vencimientos de corto plazo, que desataron una fiebre de renovaciones con aumentos periódicos de la tasa de interés.
Economía real: crisis y límites del ajuste
Queda dicho que son tres los sectores que traccionan hacia arriba en materia de producción: el agro, la minería y el sector energético. A esto hay que agregarle un dato central en la estimación de la actividad económica, la incidencia de el rubro intermediación financiera, que provocó buena parte de los datos positivos en la cuenta final.
Según el EMAE, Estimador mensual de la Actividad Económica publicado por el Indec, la actividad económica se recuperó claramente de las importantes caídas en los primeros meses del 2024 con un pico que llegó en el mes de abril de este año al 7,7% en la medición interanual. Pero desde ese momento se produjo un descenso hasta el 2,4% que marcó agosto (último dato diponible).
La evolución mes a mes explica esta brusca desaceleración. De los ocho meses de 2025, cinco dieron negativo.
No obstante, es mucho más importante mirar, si se quiere anticipar un comportamiento del electorado, cuales son los rubros que crecen y cuales caen.
En agro, por ejemplo, tuvo una evolución francamente positiva, con crecimientos que llegaron al 100% en mayo de 2024 a causa de la sequía del año anterior, pero que se sostuvieron en altos valores en los dos años, con una sola caída en el mes de agosto de 2025 -justo el último dato-.
Otro rubro francamente positivo fue el de minería (minas y canteras). La mejora fue constante en los dos años, con mejoras de entre el 4% y el 14% en los 20 meses evaluados.
El principal contraste es la industria manufacturera. En 2024 hubo 11 meses consecutivos de caídas -muchas de ellas muy importantes como el -20% de marzo y junio de 2024. En 2025, se notó un rebote aunque nunca de la misma magnitud que la caída del año anterior. Aún así, los últimos números disponibles, volvieron a dar en un fuerte tono rojo, con bajas en los meses de julio y agosto.
Los datos de las consultoras privadas y la UIA anticipan nuevas bajas. Para la UIA, en septiembre habrá que imputar una nueva baja en la producción industrial del 3,6%.
La contracara de este parate productivo es el del consumo. Para el INDEC en agosto las ventas en supermercados sufrieron su quinta caída mensual consecutiva y tocaron un nuevo mínimo de 2025. En ese sector, la facturación, a precios constantes, retrocedió 0,2% respecto de julio, aunque a nivel interanual, las ventas subieron 0,3%.
En tanto, las ventas en autoservicios mayoristas treparon 1% mensual y cortaron una racha de cuatro caídas seguidas. Pero el nivel sigue estando cerca de mínimos históricos desde que hay registros. De manera anual, las ventas en estos establecimientos arrojaron un hundimiento de 8,4%.
Finalmente hay que hablar del salario, el empleo y la pobreza, tres datos centrales para entender el voto. Según datos de Fundar en base a datos del Indec, los salarios no registrados fueron los que mejoraron (14,2%), además de los ingresos por AUH (68%). En tanto, los salarios privados registrados se recuperaron de las caídas de 2024, y mejoraron un 4%.
Aún así, el promedio da negativo en un 2% cuando se computa la baja salarial del sector público (14,7%) y la jubilación mínima (14,7%).
Por el lado del empleo, según datos del Grupo Atenas, entre diciembre de 2023 y junio de 2025, se cerraron 16.322 empresas, a ritmo de 28 por día, y se perdieron 236.139 empleos formales, un promedio de 408 trabajadores diarios.
Finalmente hay que decir, que el sostenimiento de las políticas de AUH, más la baja de la inflación, redujeron ostensiblemente la pobreza, que pasó del 53% en el primer trimestre de 2024 al 31,6% del primer trimestre de 2025.
No obstante, hay que remarcar que las estrategias para sostener el nivel de vida implican cada vez con más fuerza, el multiempleo, y el endeudamiento de las familias.