El gigante asiático deja de vender las estratégicas tierras raras a Estado Unidos y le compraría el gas licuado a Rusia.
17:28 | Sábado 19 de Abril de 2025 | La Rioja, Argentina | Fenix Multiplataforma
La guerra comercial lanzada por Donald Trump contra China parece volcarse hacia la potencia asiática.
El régimen chino inició una acelerada sustitución de proveedores y eliminó por ahora los aviones de Boeing, el gas licuado y la soja estadounidense.
Además, China lanzó una campaña en redes sociales para explicarles a los consumidores europeos que están pagando mucho más por productos que en China se confeccionan a valores muy bajos.
“Compre las cartera, los zapatos y demás artículos de lujo a un precio infinitamente menor en nuestras manufacturas”, promocionan los chinos, para el escándalos de marcas top como Channel, Prada, Gucci y otras.
El secretario del Tesoro norteamericano, Scott Bessent, dijo que China está "jugando con un par de dos... Nosotros les exportamos una quinta parte de lo que ellos nos exportan a nosotros, así que es una mano perdedora para ellos".
Pero analistas como Adam Posen, de Foreign Affairs, advierten que el hecho de que China exporte mucho más a EE.UU. que al revés es en realidad una fuente de influencia para ellos, no una debilidad.
EE.UU. no compra productos chinos por caridad. Los estadounidenses quieren lo que fabrica China.
Por eso, si esos productos se encarecen o desaparecen de las góndolas, los estadounidenses sufrirán las consecuencias.
Los productores de soja estadounidense salieron a pedirle “por favor” a Trump que solucione el conflicto.
Es que si China deja de comprar soja, países como la Argentina y Brasil podrían sustituir esa demanda rápidamente.
Más de la mitad de los celulares que se venden en EE.UU. son iPhones y el 80% de ellos se fabrican en China.
Trump anunció, por ejemplo, que no subirán tanto los aranceles en el caso de los smartphones, como los de Apple.
Comprendió que los estadounidenses se quejarán a gritos si suben más del doble de precio.
Analistas ironizan que Trump tendrá que esperar que no sea un verano caluroso porque cerca del 80% de los aparatos de aire acondicionado del mundo se fabrican en China.
A eso se suman tres cuartas partes de los ventiladores eléctricos que importa EE.UU.
Señalan, además, que la Casa Blanca querrá que la guerra comercial haya terminado para Navidad, porque el 75% de las muñecas y bicicletas que importa EE.UU. también se fabrican en China.
Estos artículos podrían fabricarse en Estados Unidos, pero aún mayor costo y llevaría tiempo montar nuevas fábricas y los productos finales serán más caros.
Expertos consideran que China puede permitirse jugar a la espera. Pero si Beijing decide ponerse agresivo, tiene algunas herramientas poderosas que puede desplegar.
China fabrica casi el 50% de los ingredientes de antibióticos de los que dependen los estadounidenses.
El F35, la columna vertebral de la Fuerza Aérea estadounidense, necesita componentes de tierras raras procedentes de China.
Los chinos son también los segundos mayores propietarios extranjeros de bonos del Tesoro estadounidense, lo que podría ser importante en un momento en que el mercado está bajo presión.
Incluso si la administración Trump puede encontrar una categoría de importaciones que nadie en EE.UU. vaya a extrañar, parece poco probable que pueda infligir un daño que cambie las reglas del juego en China.
El mercado estadounidense solo representa alrededor del 14% de las exportaciones chinas.
Un sistema autoritario -férreamente controlado por el Partido Comunista Chino- también está probablemente mejor preparado para absorber un período de dolor político y económico que EE.UU., donde las turbulencias económicas se traducen rápidamente en presión política, alertan expertos.